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12.12.06

Cuando abras los ojos, estaré lejos de aquí...

1 de enero de 2006: Despierta para darse cuenta de que está en el sofá de casa de su amiga y que no conoce al chico que duerme en el sillón de enfrente. Se levanta y busca un lugar más cómodo en el que terminar su sueño de fin de año. Acaba levantándose ya tarde, aunque no ha llegado a oscurecer.
El Metro está lleno de gente que no parece haber salido la noche anterior. Ella lleva las medias rotas y no es la chica del pelo color cebada, sino de cabellos negros y sin sentido, como el vestido con olor a humo que le hace sentirse tan fuera de lugar y de hora.
Su casa está vacía y oscura. Ella enciende las luces previendo la soledad, escuchándola llegar como suele hacerlo en los anocheceres prematuros de invierno. No le gusta lo que siente en ese comienzo de año. Tiene miedo del agua de la ducha; tiene sueño y pánico de desvelarse.
Una llamada de teléfono; dos viejos amigos. Nada como los viejos amigos para compartir el silencio, para romper ese murmullo que se perfila como ansiedad.
Y se pierde en las pupilas dilatadas de aquéllos dos, en la negrura de su felicidad química, de su fiesta a destiempo... alguien le está dando la oportunidad de un nuevo comienzo de año bajo la luz anaranjada de una lámpara de mesa. Esos viejos amigos son químicamente felices y quieren compartirlo con ella. Se deja abrazar, aunque siga estando oscuro, ¿por qué no amanecerá según las necesidades?
Ella se enrosca en el cariño como un gato, mirando una escena a la que no pertenece del todo sin que eso le siente mal, viendo a esas personas a quien quiere y que le quieren. Besa con cariño. Ese cariño es fotografiado: cariño a tres.
Casi un año después, el naranja de la instantánea le trae conrtadictorios recuerdos. Ese beso le huele a despedida, como la de una madre que se va a trabajar; como la de alguien que se va mientras duermes y que te promete volver.
"Cuando despiertes ya estaré lejos de aquí... pero volveré", algo así diría esa madre. Algo así es la realidad. Está lejos de ahí, pero quiere volver, sin fecha, sin promesa... es sólo un deseo ¿vale más un juramento que el deseo?
Mira atrás y ve muchos kilómetros. Ve Madrid, Granada, París, Berlín, Londres, México. ¿Cómo ha podido caber todo eso en un año?
Parece que ya no es capaz de parar y lo mejor es que no necesita pretextos para seguir, que no tiene objetivos, ¿lo mejor? Quién sabe. Tanto adios empieza a oler a huida, y de los olores no se puede escapar, como el humo en su vestido de Nochevieja; como cualquier humo del día después.
Y ahora Cuba...

5.12.06

Lo mejor de los sueños ( o nírico o nada III)

Lo mejor de los sueño, sin duda alguna, es que no son realidad, pero tú los vives hasta que despiertas. Son momentos que con los años llegas a comprender, pudiéndolos controlar en ocasiones, lo que resulta muy divertido.
La verdad es que se trata de algo que me ocurre de un tiempo a esta parte, quizás desde hace tres o cuatro años, no sé decirlo con exactitud. El caso es que cuando estoy en plena actividad onírica, sin un motivo concreto, me doy cuenta de que estoy soñando... entonces pienso que nada es real, pero que lo voy a vivir como si lo fuera, que puedo vivir lo que quiera sin tener que pensar en las consecuencias, porque todo se desvanece al despertar.
Y puedo besar sin más al chico que tengo a mi lado, o al que no tengo, pero hago aparecer.
O dejar de sufrir en una situación que no me gusta.
O decidir que quiero volar. Porque nunca antes he soñado que volaba. Lo pienso, me hago ligera y siento el roce del aire en mi piel. Despacio, muy despacio... sin miedo, en el caso de que salga mal, siempre me despierto antes de caer.
Abro los ojos y soy un poco más poderosa, ahora sé que puedo volar y besar a quien quiera.
Porque, ¿todo se desvanece al despertar?

3.12.06

Va por épocas (o nírico o nada II)

Hubo un tiempo, cuando vivía en Turín (Torino) en que cada noche me tenía que enfrentar alguien por una situación que consideraba injusta. Lo peor es que no siempre me concernían directamente, sino que podía ser cualquier cosa: desde un hombre que le dijera algo a una chica por la calle, hasta una persona que no respetara las diferencias culturales de los inmigrantes... increíble! Esos días me depertaba agotadísima, imaginaos, muchas veces llegaba a las manos, era una tensión constante.
Otra época, coincidiendo con mi última etapa en Madrid y parte del verano pasado, me dio por soñar con niños, con recién nacido que eran hijos míos y a los que no sabía cuidar. Por ejemplo, soñaba que tenía un puñao de críos con un chico y que no les hacía ni puto caso, entonces mi madre me decía que no podía ser así, que tenía que hacerme cargo de las criaturas, pero yo le contestaba: "Que no pasa nada, mamá, si es un sueño!", ya ves. Otra noche, lo que hacía era irme de marcha nada más parir y, ya por la mañana y superpedo, pensaba "igual la niña (o niño, no me acuerdo) necesita comer algo"... o tenía un bebé en brazos que se me caía todo el rato, golpeándose en la cabeza, y yo no sabía cómo cogerlo para que se dejara de caer.
Es extraño, porque son sueños relacionados, pero nunca he tenido uno recurrente, de esos que se te repiten a lo largo de tu vida...
¿Vosotros?