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1.11.10

Antes de que muera Fidel

Después de un periodo de silencio que se ha ido alargando semana tras semana, durante meses estoy decidida a volver por estos lares. Las principales razones de mi ausencia han sido dos proyectos en los que he puesto mucho y que me absorben todo el tiempo y energía que me queda después del trabajo. Uno de esos proyectos es el magazine online VoVa, que presentaré en otra ocasión, y el otro es "Antes de que muera Fidel", al que quiero dedicar este post.

En marzo de 2007, estando aún en México y recién llegada de Cuba, comencé a escribir un relato largo con algunas historias que había encontrado en la isla. Pero esas historias fueron engordando y pidiendo espacio mientras yo volvía a España, me mudaba de una ciudad a otra y pasaba de un trabajo a otro. Esta historia me ha acompañado durante tres años y diez meses, me ha robado horas de sueño y de bares, me ha desesperado y aburrido, pero no me ha abandonado. Y gracias a el tesón de este relato, se ha cumplido uno de mis sueños: he escrito una novela.

Después de eso, viene el inevitable ¿y ahora qué? La opción lógica es la de mover el manuscrito, pero me atraía más probar otra opción, la de experimentar con la novela y explorar las opciones que ofrece la web a la hora de crear y de mostrar la creación. La idea es ver hasta dónde se puede llegar con una simple historia, sin necesidad de pasar por editoriales ni de invertir más recursos que mi tiempo para hacer que llegue a la gente, además de enriquecer con elementos multimedia utilizando los muchos recursos que guarda Internet. Este formato, además, me permite contar con la ayuda de la gente para mejorar la novela, gracias a sus comentarios y correcciones. Así que ése el camino que tomé y de donde nace el blog "Antes de que muera Fidel".

Ayer se publicó el primer post de este relato que seguirá creciendo dos o tres meses más, gracias al contenido multimedia que complementa la trama en el blog. Os invito a que os paséis y me ayudéis a mejorarlo. Espero que, además, lo disfrutéis.

25.2.10

La música de rejas para adentro

Mucho ha llovido (y esta expresión cobra estos días más sentido que nunca) desde el Rock de la cárcel de Elvis Presley, mucho han cambiado las cárceles desde los años cincuenta, sin embargo, la música sigue teniendo la capacidad atravesar los muros más gruesos. En el centro penitenciario de Albolote, se celebra estos días una de las cuatro semanas culturales que tiene el recinto, con motivo del Día de Andalucía, en la que fueron invitados a participar los Suéter. Y allí me uní yo, empotrada en la expedición al último, o, por lo menos, el más olvidado rincón de Albolote.

La sensación de olvido que reina ya en el camino que lleva al recinto te empapa mientras buscas una sola señal de carretera que te avise de que está allí, en algún lugar no muy lejos. Cerca del pantano de Cubillas, donde siguen apareciendo nuevas urbanizaciones de lujo, no hay carteles que recuerden que a algunos kilómetros viven casi mil reclusos, como si prefirieran no pensar en eso. Yo mientras tanto, imaginaba como los familiares se acercan a encontrarse con los suyos, viajando a un lugar que parece no existir para ver a personas que muchos desearían que no existieran.

Dentro había gente esperando, madres, novias, amigos, niños, muchos niños... Nosotros pasamos por otra puerta, con el funcionario que era amigo. Tuvimos que enseñar el DNI en tres controles (en el último lo dejamos), pero en ninguno me registraron o me hicieron quitarme las botas. En realidad, cualquier aeropuerto es peor. Lo que sí me impresionó fue el sonido de las puertas de hierro cerrándose detrás de nosotros, con las rejas horizontales, que son, como dijo un amigo, "más amigables" y esas puertas que se abren de manera automática, recordándote que te vigilan aunque no los veas.

En el salón de actos, vacío, los componentes de "Los condenados", el grupo "local", y Suéter, sonorizaban y ultimaban detalles antes de la actuación. "Los condenados" son seis, cinco internos y un funcionario blusero que se encarga del taller de Rock-pop, al que asisten los otros cinco componentes. Todos los internos del grupo pertenecen al módulo "de respeto", es decir, el módulo en el que viven los presos "buenos", los que no se drogan ni buscan bronca. En ese módulo, como nos contaba uno de ellos, las puertas de las celdas están abiertas y se cuidan mucho de no romper la paz en la que viven. "Nosotros no venimos a luchar, el resto tienen que luchar", nos claraba otro.

Al concierto asistieron los internos del módulo de menores de 23 años, varios de mujeres y el de respeto, hasta completar aforo. Es entonces cuando vi lo real, esos chavales de menos de 23 años destrozados, las miradas idas, los dientes rotos... Estábamos en la cárcel. Las mujeres llegaron más tarde, muchos habían dejado un asiento vacío a su lado con la esperanza de que se sentara alguna. Momentos como ése son los únicos en los que se juntan ellos y ellas y, en cuanto apagan las luces, se convierte en un lugar íntimo, mejor dicho, en muchos.
Chiflidos, tacones, andares de diva...
Y comienza la función.



Mucho ha llovido desde el Rock de la cárcel y allí no había coreografías ni camisas a rayas. El público escuchaba a los Suéter con ganas de que hicieran otra música, pidiéndoles canciones de Estopa, Extremos Duro, algo de flamenco o El Chivi... pero ninguno se levantó del asiento. "Eso es que les ha gustado" nos aclararía un funcionario después. Yo no estoy tan segura, pero lo cierto es que fue un conciertazo, por muchos motivos. Nos fuimos de allí con un sabor de boca agridulce. Lo pasamos bien, y nos fuimos. Y ellos se quedaron, unos con su lucha y otros con su espera.

21.2.10

La neutralidad de la red: qué es y por qué corre peligro

De un tiempo a esta parte un nuevo peligro acecha la libertad en Internet y no hablo de la posibilidad de cerrar webs que contengan enlaces a descargas de contenidos con derechos de autor, sino de algo más sutil y mucho más peligroso: el posible fin de la neutralidad de la Red. Son muchas las bitácoras que se han hecho eco de esta amenaza que parece avanzar sin hacer demasiado ruido y que tiene todas las papeletas para convertirse en una realidad, con el apoyo de la clase empresarial y política y en claro perjuicio del usuario.
Como considero que otros lo han explicado ya mucho mejor de lo que lo podría explicar yo, me voy a limitar a recomendaros alguna lectura y un par de vídeos clave para que comprendáis de lo que se trata y cuál es la dimensión del problema.

1. ¿Qué es la neutralidad de la Red? Por ADNstream



2. Definición de "Neutralidad de la Red" según la Wikipedia.

3. Declaraciones de Alierta hace algo más de una semana (he escogido la versión cómica, para que almenos nos riamos un rato, pero el mensaje es el mismo)



4. Serie de artículos que hablan del debate sobre la neutralidad de la Red en EEUU del año 2006 (porque la cosa viene de lejos). Del blog chileno Quemar las naves.

5. Cualquiera de los artículos sobre este tema que ha escrito Juan Varela en su blog, Periodistas 21, y para otros medios. Algunos de ellos, empezando por los más recientes.



6. "La insoportable ausencia de una idea de Internet en nuestra clase política" del blog Error 500

16.2.10

La diferencia entre miedo y respeto

Hoy ha sido un día largo y frustrante... ¿El motivo? Los titulares que hablaban del cierre de la exposición fotográfica Circus Christi, en la que se mostraba una interpretación de las escenas del Via Crucis con personajes como prostitutas, drogadictos y homosexuales. El cierre ha sido el resultado de la polémica que ha despertado la obra entre ciertos sectores de la sociedad granadina, sobre todo católicos, y la fuerte respuesta de algunos grupos a los que no ha parecido bien la interpretación visual de Fernando Bayona y que no han dudado en recurrir a la amenaza para terminar con lo que consideran una falta de respeto.
Sinceramente, estoy indignada. Aquéllos que claman respeto, ahora se congratulan de que la exposición haya sido clausurada debido a que la Universidad de Granada (institución que acogía la muestra) no se encuentra en condiciones de asegurar la integridad ni de la obra ni del autor (que ha tenido que acudir a la policía ante las amenazas). Bien, a todos los que consideran que han ganado una batalla con el cierre de esta muestra, les diría que la clausura no ha sido fruto del respeto, sino del miedo, aunque no sé si esto significa algo para ellos.
Durante todo este largo día he estado leyendo comentarios de "ciudadanos" que apoyan esta medida en los que se invitaba al autor a atreverse a hacer lo mismo con otro tipo de cultos, como el Islam, a ver si no le ponían una bomba. ¿Qué significa eso? ¿Que los católicos que han escrito al mail del fotógrafo aconsejándole que mirara a ambos lados de la calle porque su vida corre peligro (y digo corre) son buenos ya que no le ofrecen bombas? ¿Que hay que hacer como los musulmanes (o islamistas radicales, aunque haya mucha gente que no conozca la diferencia) ésos a los que por lo general se trata de "poco civilizados"? ¿No era que en nuestro país no teníamos esos problemas de integrismo religioso? ¿No era que eso son cosas de "moros" y de países no democráticos? ¿No era que la libertad de expresión es un derecho constitucional?
Pero, claro, es que se trata de una obra que hiere muchas sensibilidades. Claro. De sensibilidades heridas creo que podemos hablar todos. De crucifijos en los colegios, por ejemplo... ah, no, que eso no se podía quitar porque es un símbolo cultural, es verdad. Igual que las procesiones que colapsan la ciudad de Granada en Semana Santa y que las personas que viven en el Realejo (barrio donde estaba situada la exposición de la discordia), por ejemplo, tienen que tragar sean o no creyentes. Y yo, que respeto, acepto que son símbolos culturales, de esa cultura en la que nos hemos criado los nacidos en este país profesemos el credo que profesemos. Entonces, ¿por qué cuando se usan, como símbolos culturales, para crear una serie de imágenes se convierten en símbolos religiosos que pertenecen sólo a los creyentes? ¿En qué quedamos?
El fotógrafo ha recurrido a la iconografía católica, probablemente, porque es la que conoce mejor, porque es la que ha mamado. Igual que artistas de otras religiones y culturas han transgredido dentro de sus sociedades, utilizando elementos religiosos de una manera que no ha gustado a todo el mundo, aunque a algunos les cueste creerlo. Si no que se lo digan al cantante senegalés Youssou N'Dour que vio como la crítica se le echaba encima y su público, compuesto por millones de personas, le daba la espalda tras la publicación de su album Egypt en el que mezclaba cánticos religiosos sufies con melodías y ritmos pop que fue, para mayor disgusto de los puristas islámicos, presentado en Ramadán. Siendo él una persona profundamente religiosa. Y siguió adelante con su proyecto, sin tener que temer por su vida.



Desde mi punto de vista, el contenidos de las imágenes es provocador, como provocadoras han sido numerosas obras de arte, y entiendo que ciertas personas se hayan sentido heridas. Entendí ayer las cartas contrarias a la exposición que se publicaron en la prensa aunque no las compartiera. Entendería que se hubieran puesto con contacto con el autor para hacerle llegar su malestar por la muestra, incluso que hubieran movilizado a otros detractores para promover que no fueran a ver la exposición y otras medidas que mostrasen su desacuerdo. Pero jamás podré estar de acuerdo con que amenacen, censuren y se vanaglorien por ello.

*Dejo dos playlist con discos que levantaron ampollas entre religiosos:

  • Jesucristo Superstar, en su versión española, con las voces de Camilo Sesto y, curioso, Teddy Bautista en el papel de Judas.

  • Egypt, de Youssou N'Dour, el disco que he mencionado en el post. Si queréis conocer mejor la historia de este hombre y, en concreto, de este album, recomiendo el documental "I bring what I love" (el del trailer).

12.2.10

El día en que me desperté y era community manager

Si hay una profesión de moda en estos momentos ésa es la de community manager. ¿Y eso qué es? No sé, pero toda empresa que mole debe tener uno, lo cual a mí me viene muy bien, porque hace poco me enteré de que yo lo era. Sí, fue un buen día, hablando con mis compañeros de trabajo. Hasta ese momento, yo creía que era "shaker", lo cual tampoco me decía demasiado, pero se ve que he ido evolucionando, sin yo saberlo, y ahora soy community manager o, puestos a molar, CM.
Bromas aparte, es curioso cómo funciona todo esto de lo 2.0 y, por qué no, las modas. Hace poco más de un año volvía a Granada tras el cierre del periódico en que trabajaba (otra moda muy actual) y con la cuenta bancaria maltrecha tras cuatro meses sin cobrar. Creo que mi diario fue de los primericos en cerrar con esto de "la crisis", pero es que así soy yo, siempre por delante, una visionaria... Tras unos meses de paro (sin paro) me surgió la oportunidad de trabajar con una empresa catalana que iba a comenzar un proyecto en Granada basado en la comunicación a través de las redes sociales o, como lo llamaron entonces, "agitación de contenidos a través de las redes sociales". Salí de la entrevista sin tener demasiado claro lo que me pedían, y con la sensación de que ellos tampoco sabían qué pedirme exactamente. Dije que sí como hubiera dicho que sí a cualquier cosa (o casi) consciente de que pertenezco a esa generación del "vacío en el currículum", como se ha dado en llamar a los que hemos acabado la carrera con la crisis enseñando los dientes, y con algo de curiosidad ante la posibilidad de tener un trabajo en el que tuviera que pasarme el día en Facebook y similares.
Cuando, en mayo del año pasado, empecé en este trabajo, tenía un blog que usaba para comunicarme con amigos y una cuenta en Facebook que me servía para lo mismo. Eso eran las redes sociales para mí. Entonces llegó Twitter, y ver el blog como una herramienta de trabajo o, mejor dicho, como parte de mi currículum; LinkedIn y Xing, el perfil en Doppler que jamás actualizo, Delicious, un montón de blogs que siempre hablan de lo mismo (y los que son auténcticas obras de arte), los gurús de esto, los "followers" y los "following", el maravilloso mundo del enlace... hasta que te das cuenta de que el miedo a quedarse atrás se ha apoderado de ti. Yo que llegué con la sensación de que tenía "nivel usuario" y que, cuantas más horas le echo, más me convenzo de que tener "nivel usuario", pero usuario de verdad, es ya mucho decir; yo que después de un año sigo sin poder explicar a mis amigos a lo que me dedico de manera que lo entiendan. Resulta que soy community manager, así de simple.
Con lo bonito que queda esto de ser community manager.
Ya sabiéndolo, me he intentado definir basándome en las definiciones que otros hacen de lo que se supone que yo hago... pero tampoco me queda muy claro. ¿Es una figura de marketing o de comunicación? ¿Ambas cosas? Verás, es que yo soy periodista y no entiendo de ROI ni de B2C, o no lo hacía hasta ahora.
La realidad es que mi labor diaria es intentar llegar a las personas que forman parte de la comunidad en la que trabajo y hacer que esta crezca, y mi éxito es que alguien al otro lado me escuche y responda, sobre todo, conseguir que esa gente se implique, que actúen dentro de la comunidad, si no, de nada sirven los números. Sólo eso, casi nada. Algo tan humano como la comunicación, porque, tal y como lo veo yo, lo mejor del boom de los community managers es que esconden, más bien muestran, una humanización de entidades públicas y privadas, una comunidad en torno a un tema o producto, una vuelta a las relaciones y a la atención personalizada, un nuevo mapa de antiguas costumbres que aún no se ha definido del todo.
Entonces es cuando te paras y piensas.
Más allá de la instrumentalización de las redes sociales, de la obsesión por las cifras, lo llamen como lo llamen, sé que en mi trabajo diario la clave está en la capacidad para crear empatía con los usuarios, para conocerles lo suficiente, para comprenderles, para construir una "relación" estable en la que el mismo "community manager" sea un usuario más de la/s red/es que gestiona, de manera que no sólo responda sino que se adelante a los sucesos, que sea él/ella quien plantee los posibles problemas y las posibles mejoras, quien "cree" la comunidad.
No sé cómo lo llamarán mañana, hoy, a pesar de haber llegado por casualidad, me gusta ser parte de esto. Disfruto buscando soluciones en un campo tan abierto a nuevas fórmulas, jugando con las herramientas que ofrece la red, conociendo cada día algo nuevo, sintiendo que aprendo y dejando que sean otros los que teoricen. Me gusta aunque mis abuelas sigan pensando que ando metida "cosas raras" para ganarme la vida.

7.2.10

Granada en blanco y negro

Vale, sé que esta entrada no viene a contar nada nuevo porque el Festival de Cine Clasico de Granada, Retroback, arrancó el viernes pasado, pero no podía dejar de escribir este post, que tenía pendiente desde hace algún tiempo, porque no podía dejar de escribir sobre el festival.
La segunda edición de Retroback, un festival que nos permite disfrutar de los clásicos del cine en pantalla grande y versión original, tiene este año como estrella protagonista a Humphrey Bogart. El actor, mítico por sus intervenciones en filmes como Casa Blanca, El Halcón Maltés o La Reina de África se ha adueñado de Granada, trascendiendo las salas de cine en consonancia con la voluntad del festival de colarse en otros espacios.
Por ello, de manera paralela a las proyecciones, Retroback ofrece exposiciones, presentaciones de libros, ponencias y la recreación del Rick's Café en el Bar Aliatar. Desde luego, si Humphrey Bogart o Audrey Hepburn (estrella protagonista de la edición de 2009) pasearan por las calles de Granada, el Bar Aliatar hubiera sido uno de sus lugares. Como lo podría haber sido el cine con el mismo nombre, el antiguo Café Suizo, el Paseo del Salón (sin las últimas reformas que le han hecho) o la Carrera del Genil, hoy atravesada por una alfombra roja que recorre la vida profesional de Bogart. En Granada aún hay rincones en los que puedes escaparte a los años 40, con más glamour o con menos. ¿Dónde iríais para sentiros como en una película en blanco y negro?


15.1.10

Crónicas sicilianas: Piazza Garraffello


"Estáis en el corazón de Palermo", nos dijo Jéssica, la dueña del hostal, mientras nos adentrábamos por callejuelas repletas de puestos de verdura y pescado y niños corriendo y mayores sentados en la puerta de su casa. Era la Vucciria, el mercado central de Palermo. "Se llama la vucciria, porque todo el mundo habla y grita", nos seguía explicando la casera, mientras nosotros nos aferrábamos a nuestros escasos bultos seguros de que allí todo el mundo se movía más rápido que nosotros, recién llegados.

El nombre de la Vucciria a mí me recuerda inevitablemente a la famosa Boqueria de Barcelona, (y no me extrañaría que estuviera relacionado puesto que los catalanes reinaron Sicilia durante algún tiempo) pero en Palermo no hay ningún edificio modernista que acoja a los puestos, los vendedores están en las calles y en las tiendecitas del barrio, un poco como el mercado de San Agustín hace 15 años, antes de que la higiene y la obsesión por ser Europa se hicieran con Granada. Detrás de los puestos, las casas se mantienen casi por resignación, conviviendo edificios reformados a trozos con tejados derruidos durante la II Guerra Mundial. Cables, perros y gatos, motos, coches y basura, mucha basura.

El barrio donde se encuentra el mercado central está a escasos metros de la Vía Roma, una de las calles principales de Palermo y de las pocas cuidadas de la ciudad. Es un barrio humilde y descuidado donde, sin embargo late Sicilia. Muchos de los edificios son antiguos palacios barrocos donde en su día vivieron nobles y que hoy acogen a numerosas familias a base de remiendos que poco entienden de cuestiones artísticas. Puertas de tres metros, techos de cinco, frescos desconchados, tejados que no se tienen en pie. Cuando los puestos se repliegan, es cuando se observa lo vacío y roto que está todo, la vida que queda en el barrio y cómo queda. Y también cuando se observa el presente y el futuro de un sitio que está llamado a ser un gran laboratorio de ideas.

La noche en la vucciria es para calles vacías y jóvenes con ganas de crear. Siempre me ha parecido que los lugares destruidos invitan a querer arregrarlos. Algo así pasa en ese lugar. De repente, una taberna a la que durante el día ni siquiera entran las mujeres, de noche es el lugar de encuentro de bohemios y gente del barrio para tomar una cerveza mientras se escucha rock de los 50. A unos metros, en Piazza Garraffello, cientos de jóvenes bailan a ritmo de drum & bass gracias a un equipo de sonido instalado en uno de los costales de la plaza, bajo una vírgen de metro y medio decorada con neones de colores. De los altavoces la música sale sin pudor, sin miedo a despertar a los vecinos que no existen, porque todos los edificios alrededor de la plaza están abandonados, tan solo los bajos tienen vida, para vender cerveza a un euro a los jóvenes que bailan. Una rave en el centro de la ciudad, como si nada.



Piazza Garraffello fue una vez un museo. Y no hablo de hace siglos, sino unos cuatro años atrás, cuando el artista austriaco Uwe Jaentsch la eligió como el lugar en el que exponer una serie de objetos que iba encontrando en las calles. Este artista, conocido en Italia por hacer arte con la basura, llenó la plaza y los edificios de alrededor de objetos rescatados de los desperdicios durante años, creando su museo particular. Hasta que las autoridades decidieron que había uqe intervenir y enviaron a policía y bomberos a desmantelar el "museo" de Uwe. Hubo protestas y enfrentamientos en torno a la plaza, pero, finalmente, los bomberos entraron y se llevaron todo, hasta los cubos de la basura que habían estado siempre allí. Dicen de Jaentsch que montó una tienda que abría después de las doce en al que vendía cerveza sentado en un sillón dorado, mientras que en otra performance se dedicaba a llevar a la gente a los tejados del mercado, subiendo por escaleras medio derruidas hasta una habitación con grandes techos dorados donde les hacía una foto Polaroid. Lo cierto es que aún hoy se pueden ver las huellas de la obra de Jaentsch en forma de pintadas en las paredes o de ropa tendida en una casa destripada. Y todo con el objetivo de llamar la atención sobre el abandono al que se somete este barrio a diario, el mismo abandono que hace que muchos de sus vecinos vivan en condiciones que no pertenecen ni a este siglo ni al pasado y que ha ayudado al barrio a mantener su identidad.

No sé si es el corazón de Palermo o sus tripas, pero sé que la vucciria es una realidad que aún escapa a la pulcritud y uniformidad europea y que, probablente, desaparecerá en un tiempo no muy lejano, así mejor darse prisa.