Hay un tema al que le doy vueltas desde hace algún tiempo y es cómo está por llegar la "bricogeneración" literaria, es decir, aquéllos escritores que llegarán al público saltándose todos los intermediarios, los que reinventarán los viejos géneros al deshacerse de los soportes tradicionales, los escritores Myspace...
Sí, ya sé que hace tiempo que existen los blogs y que éstos han sido escenario de experimentos y novedades, y las editoriales que te permiten publicar sin límites, pero yo me refiero a algo más. Al fin y al cabo, los blogs no han venido a sustituir a nada antiguo sino a complementar, por más que existan novelas publicadas en este formato y por mejor que soporten otros como la poesía o el periodismo. De lo que yo hablo es de esa generación de escritores que creará sabiendo que no necesita una editorial para publicar un libro, un libro de esos que se pueden llevar en el bolso y leer en el metro o bus. Hablo de la generación cuyas letras se plasmarán en el libro electrónico.
Hace algunas semanas me disponía a escribir sobre la que se conoce como generación Mumblecore o DIY (Do It Yourself), con motivo del Festival de Jóvenes Realizadores de Granada, un reportaje que se vio frustrado por el cierre repentino de Soitu.es, pero que me dio a conocer este "movimiento" cinematográfico. Las características de las películas Mumblecore o, mejor dicho, la característica, es que son producciones hechas con muy poco dinero y medios. A menudo sus directores son también los guonistas y los protagonistas de los filmes y, por lo general, no superan los 30 años. Uno de los homenajeados en el festival era Joe Swanberg, un director con cinco largometrajes a sus espaldas y que ha participado en varias series, algo que no tiene por qué ser excepcional si no fuera por su edad: 28 años. Las películas de estos autores, por lo general no llegan a muchas salas de cine y menos aún a nuestro país, pero es que sus autores no lo tienen como uno de sus objetivos. A pesar de que su trabajo ha sido reconocido en diversos festivales indies y de que hayan llenado páginas y páginas, lo único que buscan es hacer lo que quieren y, el vivir y producir al margen de los grandes del cine estadounidense,y de las distribuidoras (normalmente se distribuyen a través de la web), les permite hacerlo. La mayoria no vive de sus películas, pero son libres para hacer las historias que hacen.
Es algo que ya ocurrió con la música, quizás el género artístico que llega a más gente y el primero en notar los cambios. Internet, las redes p2p y la popularización de los reproductores de mp3 portátiles hace tiempo que han dejado de lado a la industria discográfica y que han democratizado la creación. Myspace, Arctic Monkeys, todas esas cosas sobre las que se ha escrito tanto...
El libro electrónico será la revolución del soporte, no sólo por sacar la tinta digital de los escritorios, sino porque introducirá las ventajas del formato audiovisual en el "libro tradicional". Para publicar, bastará con escribir. Un pdf, un doc, un odt... todo se podrá leer en el libro contenedor: no habrá que preocuparse por el soporte, sino por la historia y la manera de contarla. Es la unión entre todo lo nuevo que ha ofrecido Internet (acceso abierto, hipertexto, multimedia...) con lo tradicional.
Hace algunos días se discutía en Utoi sobre literatura y nuevas tecnologías con la conocida como "generación Nocilla", y, entre otras cosas, se hablaba del libro electrónico y de cómo cambiaría la manera de contar la historia. Fue un debate interesante, pero con la generación equivocada a mi parecer, porque no son ellos los que vivirán el cambio real hacia un modo de escribir pensado para lo electrónico. A pesar de que la tecnología tenga mucha presencia en sus historias, a pesar de que lo acogerán e incluirán en sus trabajos, siguen siendo analógicos con ganas de experimentar. Seguimos siendo analógicos. Lo veremos, ese grupo de escritores educados en la ESO, que no pensará en editoriales como algo imprescindible y que concibirá sus textos desde y para lo digital, que lo harán todo ellos mismos con la libertad de no tener que rendir cuentas ni tener que superar ciertos filtros, la generación DIY de la literatura, la "bricogeneración" de la literatura.
Sí, ya sé que hace tiempo que existen los blogs y que éstos han sido escenario de experimentos y novedades, y las editoriales que te permiten publicar sin límites, pero yo me refiero a algo más. Al fin y al cabo, los blogs no han venido a sustituir a nada antiguo sino a complementar, por más que existan novelas publicadas en este formato y por mejor que soporten otros como la poesía o el periodismo. De lo que yo hablo es de esa generación de escritores que creará sabiendo que no necesita una editorial para publicar un libro, un libro de esos que se pueden llevar en el bolso y leer en el metro o bus. Hablo de la generación cuyas letras se plasmarán en el libro electrónico.
Hace algunas semanas me disponía a escribir sobre la que se conoce como generación Mumblecore o DIY (Do It Yourself), con motivo del Festival de Jóvenes Realizadores de Granada, un reportaje que se vio frustrado por el cierre repentino de Soitu.es, pero que me dio a conocer este "movimiento" cinematográfico. Las características de las películas Mumblecore o, mejor dicho, la característica, es que son producciones hechas con muy poco dinero y medios. A menudo sus directores son también los guonistas y los protagonistas de los filmes y, por lo general, no superan los 30 años. Uno de los homenajeados en el festival era Joe Swanberg, un director con cinco largometrajes a sus espaldas y que ha participado en varias series, algo que no tiene por qué ser excepcional si no fuera por su edad: 28 años. Las películas de estos autores, por lo general no llegan a muchas salas de cine y menos aún a nuestro país, pero es que sus autores no lo tienen como uno de sus objetivos. A pesar de que su trabajo ha sido reconocido en diversos festivales indies y de que hayan llenado páginas y páginas, lo único que buscan es hacer lo que quieren y, el vivir y producir al margen de los grandes del cine estadounidense,y de las distribuidoras (normalmente se distribuyen a través de la web), les permite hacerlo. La mayoria no vive de sus películas, pero son libres para hacer las historias que hacen.
Es algo que ya ocurrió con la música, quizás el género artístico que llega a más gente y el primero en notar los cambios. Internet, las redes p2p y la popularización de los reproductores de mp3 portátiles hace tiempo que han dejado de lado a la industria discográfica y que han democratizado la creación. Myspace, Arctic Monkeys, todas esas cosas sobre las que se ha escrito tanto...
El libro electrónico será la revolución del soporte, no sólo por sacar la tinta digital de los escritorios, sino porque introducirá las ventajas del formato audiovisual en el "libro tradicional". Para publicar, bastará con escribir. Un pdf, un doc, un odt... todo se podrá leer en el libro contenedor: no habrá que preocuparse por el soporte, sino por la historia y la manera de contarla. Es la unión entre todo lo nuevo que ha ofrecido Internet (acceso abierto, hipertexto, multimedia...) con lo tradicional.
Hace algunos días se discutía en Utoi sobre literatura y nuevas tecnologías con la conocida como "generación Nocilla", y, entre otras cosas, se hablaba del libro electrónico y de cómo cambiaría la manera de contar la historia. Fue un debate interesante, pero con la generación equivocada a mi parecer, porque no son ellos los que vivirán el cambio real hacia un modo de escribir pensado para lo electrónico. A pesar de que la tecnología tenga mucha presencia en sus historias, a pesar de que lo acogerán e incluirán en sus trabajos, siguen siendo analógicos con ganas de experimentar. Seguimos siendo analógicos. Lo veremos, ese grupo de escritores educados en la ESO, que no pensará en editoriales como algo imprescindible y que concibirá sus textos desde y para lo digital, que lo harán todo ellos mismos con la libertad de no tener que rendir cuentas ni tener que superar ciertos filtros, la generación DIY de la literatura, la "bricogeneración" de la literatura.
5 comments:
De acuerdo contigo, los intermediarios de las industrias culturales acabarán cayendo de una forma u otra, a no ser que se reconviertan y sepan darle valor a su trabajo. Los autores ya se están dando cuenta de que por sí solos pueden guisárselo y comérselo, llevándose el 100% de las ganancias (en lugar del porcentaje de risa que se suelen llevar ahora).
Si yo retomara mi fallida ¿carrera? musical tengo claro que sería un bricomúsico.
Sí. Lo malo de esto de "yo me lo guiso, yo me lo como" es comer... es decir, cómo cobrar por el trabajo. En el caso de la música es más o menos fácil, porque existe la opción del directo, en el de los libros, veremos...
Es muy interesante, pero no se si los propios niños de esta generacion, los niños de la ESO, tipo algunos del taller literario de ADERES, tienen tan interiorizada esta cuestion. Uno de ellosle ha pedido una pluma a sus padres, y quiere encontrar una editorial que le publique sus cuentos...
Yo creo que el trabajo de ciertos 'intermediarios' seguirá existiendo por necesario. Un editor que revise los textos, los mejore y cuestione algunas cosas de ellos, haciendo repensar ciertas partes al autor, no es un paso a saltarse. Tampoco los correctores o los traductores. 'Yo me lo guiso, yo me lo como' hasta cierto punto.
Y lo del 100% de las ganancias... creo que sólo hay un par de casos en el mundo de autores que hayan ganado dinero para vivir autoeditándose y autopromocionándose. (Bubok)
Es injusto que los intermediaros se lleven la parte del pastel más grande, pero desde luego muchos de ellos hacen falta. Del mismo modo que una repartición más equilibrada.
Además, las grandes editoriales, o las pequeñas de referencia, seguirán siendo prescriptores. Nos guste o no.
Ahora, que gracias a la autoedición (Bubok, Lulu) puedes darte a conocer y que te fiche una editorial... Eso es otro asunto. Y en ese sentido se ha avanzado mucho.
Claro, Ire. Yo no creo qeu vayan a desaparecer las editoriales tal y como las conocemos, pero sí que se van a abrir nuevos caminos, más bien atajos, por los que nos pueden llegar obras y que eso puede traer cosas interesantes. Es como en la música, por más que existan redes sociales y espacios de creación y difusión alternativos, los grupos siguen buscando discográficas. Tener a alguien apostando por tí es una garantía, significa que has superado un filtro, además. Pero también puedes llegar al público sin necesidad de ellas, éso es lo positivo.
Más que una cuestión económica, tal y como yo lo veo, es una apertura. No es que te quedes con el 100% de los beneficios (habrá que ver cómo se obtienen éstos, si es que se llegan a obtener), sino que puedas guiar todo el proceso desde que concibes la idea hasta que llega a manos del lector, por ti mismo. Por supuesto la labor de los editores y demás no deja de ser importante, sólo que ya no será excluyente.
Las referencias seguirán siendo necesarias, eso seguro, más aún si se aumenta el caudal de obras, sólo que llegarán por otros canales (además de los existentes).
Post a Comment