Si hay una profesión de moda en estos momentos ésa es la de community manager. ¿Y eso qué es? No sé, pero toda empresa que mole debe tener uno, lo cual a mí me viene muy bien, porque hace poco me enteré de que yo lo era. Sí, fue un buen día, hablando con mis compañeros de trabajo. Hasta ese momento, yo creía que era "shaker", lo cual tampoco me decía demasiado, pero se ve que he ido evolucionando, sin yo saberlo, y ahora soy community manager o, puestos a molar, CM.
Bromas aparte, es curioso cómo funciona todo esto de lo 2.0 y, por qué no, las modas. Hace poco más de un año volvía a Granada tras el cierre del periódico en que trabajaba (otra moda muy actual) y con la cuenta bancaria maltrecha tras cuatro meses sin cobrar. Creo que mi diario fue de los primericos en cerrar con esto de "la crisis", pero es que así soy yo, siempre por delante, una visionaria... Tras unos meses de paro (sin paro) me surgió la oportunidad de trabajar con una empresa catalana que iba a comenzar un proyecto en Granada basado en la comunicación a través de las redes sociales o, como lo llamaron entonces, "agitación de contenidos a través de las redes sociales". Salí de la entrevista sin tener demasiado claro lo que me pedían, y con la sensación de que ellos tampoco sabían qué pedirme exactamente. Dije que sí como hubiera dicho que sí a cualquier cosa (o casi) consciente de que pertenezco a esa generación del "vacío en el currículum", como se ha dado en llamar a los que hemos acabado la carrera con la crisis enseñando los dientes, y con algo de curiosidad ante la posibilidad de tener un trabajo en el que tuviera que pasarme el día en Facebook y similares.
Cuando, en mayo del año pasado, empecé en este trabajo, tenía un blog que usaba para comunicarme con amigos y una cuenta en Facebook que me servía para lo mismo. Eso eran las redes sociales para mí. Entonces llegó Twitter, y ver el blog como una herramienta de trabajo o, mejor dicho, como parte de mi currículum; LinkedIn y Xing, el perfil en Doppler que jamás actualizo, Delicious, un montón de blogs que siempre hablan de lo mismo (y los que son auténcticas obras de arte), los gurús de esto, los "followers" y los "following", el maravilloso mundo del enlace... hasta que te das cuenta de que el miedo a quedarse atrás se ha apoderado de ti. Yo que llegué con la sensación de que tenía "nivel usuario" y que, cuantas más horas le echo, más me convenzo de que tener "nivel usuario", pero usuario de verdad, es ya mucho decir; yo que después de un año sigo sin poder explicar a mis amigos a lo que me dedico de manera que lo entiendan. Resulta que soy community manager, así de simple.
Con lo bonito que queda esto de ser community manager.
Ya sabiéndolo, me he intentado definir basándome en las definiciones que otros hacen de lo que se supone que yo hago... pero tampoco me queda muy claro. ¿Es una figura de marketing o de comunicación? ¿Ambas cosas? Verás, es que yo soy periodista y no entiendo de ROI ni de B2C, o no lo hacía hasta ahora.
La realidad es que mi labor diaria es intentar llegar a las personas que forman parte de la comunidad en la que trabajo y hacer que esta crezca, y mi éxito es que alguien al otro lado me escuche y responda, sobre todo, conseguir que esa gente se implique, que actúen dentro de la comunidad, si no, de nada sirven los números. Sólo eso, casi nada. Algo tan humano como la comunicación, porque, tal y como lo veo yo, lo mejor del boom de los community managers es que esconden, más bien muestran, una humanización de entidades públicas y privadas, una comunidad en torno a un tema o producto, una vuelta a las relaciones y a la atención personalizada, un nuevo mapa de antiguas costumbres que aún no se ha definido del todo.
Entonces es cuando te paras y piensas.
Más allá de la instrumentalización de las redes sociales, de la obsesión por las cifras, lo llamen como lo llamen, sé que en mi trabajo diario la clave está en la capacidad para crear empatía con los usuarios, para conocerles lo suficiente, para comprenderles, para construir una "relación" estable en la que el mismo "community manager" sea un usuario más de la/s red/es que gestiona, de manera que no sólo responda sino que se adelante a los sucesos, que sea él/ella quien plantee los posibles problemas y las posibles mejoras, quien "cree" la comunidad.
No sé cómo lo llamarán mañana, hoy, a pesar de haber llegado por casualidad, me gusta ser parte de esto. Disfruto buscando soluciones en un campo tan abierto a nuevas fórmulas, jugando con las herramientas que ofrece la red, conociendo cada día algo nuevo, sintiendo que aprendo y dejando que sean otros los que teoricen. Me gusta aunque mis abuelas sigan pensando que ando metida "cosas raras" para ganarme la vida.
Bromas aparte, es curioso cómo funciona todo esto de lo 2.0 y, por qué no, las modas. Hace poco más de un año volvía a Granada tras el cierre del periódico en que trabajaba (otra moda muy actual) y con la cuenta bancaria maltrecha tras cuatro meses sin cobrar. Creo que mi diario fue de los primericos en cerrar con esto de "la crisis", pero es que así soy yo, siempre por delante, una visionaria... Tras unos meses de paro (sin paro) me surgió la oportunidad de trabajar con una empresa catalana que iba a comenzar un proyecto en Granada basado en la comunicación a través de las redes sociales o, como lo llamaron entonces, "agitación de contenidos a través de las redes sociales". Salí de la entrevista sin tener demasiado claro lo que me pedían, y con la sensación de que ellos tampoco sabían qué pedirme exactamente. Dije que sí como hubiera dicho que sí a cualquier cosa (o casi) consciente de que pertenezco a esa generación del "vacío en el currículum", como se ha dado en llamar a los que hemos acabado la carrera con la crisis enseñando los dientes, y con algo de curiosidad ante la posibilidad de tener un trabajo en el que tuviera que pasarme el día en Facebook y similares.
Cuando, en mayo del año pasado, empecé en este trabajo, tenía un blog que usaba para comunicarme con amigos y una cuenta en Facebook que me servía para lo mismo. Eso eran las redes sociales para mí. Entonces llegó Twitter, y ver el blog como una herramienta de trabajo o, mejor dicho, como parte de mi currículum; LinkedIn y Xing, el perfil en Doppler que jamás actualizo, Delicious, un montón de blogs que siempre hablan de lo mismo (y los que son auténcticas obras de arte), los gurús de esto, los "followers" y los "following", el maravilloso mundo del enlace... hasta que te das cuenta de que el miedo a quedarse atrás se ha apoderado de ti. Yo que llegué con la sensación de que tenía "nivel usuario" y que, cuantas más horas le echo, más me convenzo de que tener "nivel usuario", pero usuario de verdad, es ya mucho decir; yo que después de un año sigo sin poder explicar a mis amigos a lo que me dedico de manera que lo entiendan. Resulta que soy community manager, así de simple.
Con lo bonito que queda esto de ser community manager.
Ya sabiéndolo, me he intentado definir basándome en las definiciones que otros hacen de lo que se supone que yo hago... pero tampoco me queda muy claro. ¿Es una figura de marketing o de comunicación? ¿Ambas cosas? Verás, es que yo soy periodista y no entiendo de ROI ni de B2C, o no lo hacía hasta ahora.
La realidad es que mi labor diaria es intentar llegar a las personas que forman parte de la comunidad en la que trabajo y hacer que esta crezca, y mi éxito es que alguien al otro lado me escuche y responda, sobre todo, conseguir que esa gente se implique, que actúen dentro de la comunidad, si no, de nada sirven los números. Sólo eso, casi nada. Algo tan humano como la comunicación, porque, tal y como lo veo yo, lo mejor del boom de los community managers es que esconden, más bien muestran, una humanización de entidades públicas y privadas, una comunidad en torno a un tema o producto, una vuelta a las relaciones y a la atención personalizada, un nuevo mapa de antiguas costumbres que aún no se ha definido del todo.
Entonces es cuando te paras y piensas.
Más allá de la instrumentalización de las redes sociales, de la obsesión por las cifras, lo llamen como lo llamen, sé que en mi trabajo diario la clave está en la capacidad para crear empatía con los usuarios, para conocerles lo suficiente, para comprenderles, para construir una "relación" estable en la que el mismo "community manager" sea un usuario más de la/s red/es que gestiona, de manera que no sólo responda sino que se adelante a los sucesos, que sea él/ella quien plantee los posibles problemas y las posibles mejoras, quien "cree" la comunidad.
No sé cómo lo llamarán mañana, hoy, a pesar de haber llegado por casualidad, me gusta ser parte de esto. Disfruto buscando soluciones en un campo tan abierto a nuevas fórmulas, jugando con las herramientas que ofrece la red, conociendo cada día algo nuevo, sintiendo que aprendo y dejando que sean otros los que teoricen. Me gusta aunque mis abuelas sigan pensando que ando metida "cosas raras" para ganarme la vida.
1 comment:
Muy bueno, Ámina. Por mi parte, sé en lo que trabajas, lo entiendo, pero la verdad no sabría decirlo con palabras...jajaja...(uhhh mal asunto...).
Me ha gustado mucho tu post, y creo que poner CM en tu CV te va a abrir bastantes puertas.
Besicos
ALBA FERRI
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