Lo mejor de los sueño, sin duda alguna, es que no son realidad, pero tú los vives hasta que despiertas. Son momentos que con los años llegas a comprender, pudiéndolos controlar en ocasiones, lo que resulta muy divertido.
La verdad es que se trata de algo que me ocurre de un tiempo a esta parte, quizás desde hace tres o cuatro años, no sé decirlo con exactitud. El caso es que cuando estoy en plena actividad onírica, sin un motivo concreto, me doy cuenta de que estoy soñando... entonces pienso que nada es real, pero que lo voy a vivir como si lo fuera, que puedo vivir lo que quiera sin tener que pensar en las consecuencias, porque todo se desvanece al despertar.
Y puedo besar sin más al chico que tengo a mi lado, o al que no tengo, pero hago aparecer.
O dejar de sufrir en una situación que no me gusta.
O decidir que quiero volar. Porque nunca antes he soñado que volaba. Lo pienso, me hago ligera y siento el roce del aire en mi piel. Despacio, muy despacio... sin miedo, en el caso de que salga mal, siempre me despierto antes de caer.
Abro los ojos y soy un poco más poderosa, ahora sé que puedo volar y besar a quien quiera.
Porque, ¿todo se desvanece al despertar?
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