La luz
Siempre me han gustado las ciudades de noche, porque las luces te las ense;an de otra manera, destacando una fachada, escondiendo desonchones, coloreando los grises. Cracovia es gris, por su clima, no por sus muros, pero el primer contacto que he tenido con ella ha sido desde la oscuridad. La luz en Cracovia es suave, la el'ectrica y la natural. Hay pocas farolas por la calle y no son necesarias m'as para imaginar lo que se ver'a durante el d'ia. Es una luz 'intima, que invita a sentirse acogido y c'omodo, afortunado de pasear por calles de piedra antigua, llenas de historia y recorridas s'olo a medias.
La ciudad tiene ese gusto por los interiores cuidados tan propio de las ciudades acostumbradas a pasar buena parte de su tiepo enterradas en nieve. Cualquier bar, cualquier restaurante, es una maravilla en la que te dan ganas de entrar. Prohibidos los neones agresivos, incluso el tungsteno de alto voltaje, mejor velas e iluminaci'on colocada en lugares estrat'egicos, como el respaldo de los sof'as viejos que hay esparcidos por todo el bar. Se nota que la luz no es s'olo una herramienta sino un o de los elementos decorativos mejor utilizados del lugar.
Anoche llegamos a esta maravillosa ciudad, en un tren desde Varsovia, despu'es de un largo periplo que nos llev'o por M'alaga, Barcelona y la capital polaca. R. estaba plet'orico, con los ojos m'as que abiertos y sin dejar de contarme historias sobre cada sitio por el que pas'abamos, contento de su reencuentro y yo encantada de tener un gu'ia de lujo, de conocer Cracovia desde sus vivencias, sus recuerdos y su cari;o. Se nota que me gusta el lugar?
Aqu'i comer y beber es bastante barato (el hostal tambi'en est'a muy bien de precio, adem'as de ser precioso), as'i que no pienso conocer todos los bares posible, sobre todo teniendo en cuenta que sentarse en cualquiera de ellos es un lujo.
La trompeta de la catedral
Cracovia posee una iglesia mayor peculiar, en la que el paso de las horas est'a marcado por un melod'ia de trompeta que se corta en seco antes de terminar. Esta tradici'on se remonta a la 'epoca en la que los tartaros avanzaban por la estepa, cuando el toque serv'ia para poner en aviso a los habitantes sobre los movimientos de las tropas enemigas. La leyenda cuenta que en uno de esos avisos, una flecha otomana alcanz'o al encargado de darlo, mat'andolo justo en la parte por donde hoy se corta la melod'ia. Hoy d'ia, el toque de la trompeta sigue estando en manos de una familia que mantiene viva esta tradici'on pasando el testigo de generaci'on en generaci'on.
Ma;ana m'as, que no tengo tiempo. Esta noche me voy a ver a Chris Cunnigham a Nowa Huta :).
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