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27.11.07

De lo complicado de la sencillez

Creí que estaba aquí. Sí, pensé que por fin tenía algo claro. Ya en Granada, sin visitas pendientes (aunque queden viajes), con planes y fechas y las cosas claras, con lo que me cuesta.
Como era algo semipermanente me empecé a currar la cotidianidad, es decir: apuntarme a la autoescuela, buscar academias para mejorar mi inglés, volver a mi antiiiiiiiiiguo equipo de voley y establecerme un horario para escribir la novela que siempre he querido escribir.
(Parecen los propósitos de año nuevo!)
Pero no es tan fácil.
Autoescuela: bien, llevo dos días yendo, todo un logro!
Deporte: ayer fue mi primer día y lo más patético fue cosntatar que no queda ni una sola de mis compañeras (sustituidas por nuevas generaciones de veinteañeras que están en mucha mejor forma que yo, por supuesto).
Inglés: aún no hay nada concreto.
Novela: ahí va. Lo difícil será terminarla, ya me conocéis.
Y en enero me presento a la nueva beca que quiero pedir (creíais que ya había terminado con los estudios en el extranjero? Ingenuos!)

Pero el punto de inflexión fue precisamente al terminar mi entrenamiento de ayer. Sudada y maltrecha, miro el móvil y tengo una llamada perdida de un número nuevo, ¿de quién? No se trata de un novio, ex novio ni similares, sino de trabajo. Sí, de trabajo. Resulta que B., ex redactor jefe de elmundo.es y director (o lo que sea) de un nuevo proyecto que no pinta nada mal. Lo llamo y no contesta, siempre pasa igual. De todas formas, la llamada en sí ya significa algo, que me va a entrevistar, creo. Vale, está bien, pero, ¿y si después de la entrevista me quiere contratar? ¿Tengo que irme a Madrid? ¿Ya no me puedo presentar a la beca?
¿Se acabó mi recién estrenada cotidianidad?
Ya en casa, tengo 14 mails nuevos, y eso en una tarde... se ve que las tertulianas están revueltas: jefes que hace llorar, parejas que se rompen, investigadoras estresadas... ¡buuuuuuu! ¡Si todo era tranquilidad!
Y entre toda esa maraña de mails, dos que me sorprenden por venir de un par de amigos más lejanos que viejos. El último que leo me termina de trastocar: alguien de quien no tenía noticias desde hace un par de meses, me cuenta cómo ha cambiado su vida a raíz de la muerte de un amigo, cómo lo mataron mientras estaba de vacaciones en Portugal, una noche que salió a tomar una cerveza solo y lo asaltaron. Eso ha hecho que mi colega se replantee la vida: ha dejado su trabajo como directivo en los países nórdicos de una exitosa televisión y se haya ido a Berlín mientras decide qué va a hacer a partir de ahora.
Y yo hecha mierda. Tranquila, pero físicamente agotada. Apago el ordenador y me retiro. Un kit kat, un stop (que no un ceda el paso, ahora sé la diferencia), me lleno la bañera (aunque no sea muy ecológico), sales, una bolita eferverscente, incienso, velas y en el reproductor de CDs la música de Bruce, the boss, en honor al concierto en Madrid del que todos los telediarios hablaron, y en honor a los jefes y jefas, esos que hacen llorar y estresan, los futuribles (los que llaman para ofrecer entrevistas), los que dejan su trabajo para vivir y los que pronto pasarán a la historia.
Lo que más me gusta de mi cotidianidad, esta tan escasa, es que mi jefa soy yo.
¿Lo cambiaré ante la primera oferta? Probablemente sí, no nos engañemos, no soy tan especial como para que me llamen todos los días (además de tratarse de un proyecto muy interesante).
¿Dejará alguien su trabajo próximamente? Yo auguro que sí. Alguien cercano y harto. Pero no es fácil renunciar a la seguridad económica, claro que siempre está el ejemplo de mi amigo nórdico...
Si ya lo dijo Ortega eso de que el hombre está condenado a ser libre...

3 comments:

Caye said...

puta mina...

Anonymous said...

Ojalá sea verdad lo que dices. Hoy me han vuelto a regañar, esta vez por revindicar mi derecho a salir a mi hora. Qué cosas pedimos los jóvenes. "A veces hay que hacer un esfuerzo", me han espetado. Empiezo a pensar que soy una vaga. Pero a mí esto de trabajar sin horarios (de salida, claro), sin contrato y sin vacaciones no tengo muy claro que me compense.
Y menos que me hagan sentir mal y responsable de cosas que por mil euros no me competen.
Ojalá sea verdad eso que dices, y esté condenada a ser libre...

Anonymous said...

se me ponen los pelos de gallina, gracias mina por saber contar tan bien los que te pasa, lo que nos pasa